Entrevistas

Pitillo: “No solo toco el violín” (PE)

25-01-2012



¿Cómo nació tu pasión por ser un payaso?
Es una historia muy triste. Éramos catorce hermanos y todos dormíamos en la misma cama y, como me tocaba al rincón, mi papá me decía “Pa’ allacito, pa’ allacito”, (hace ademán de arrimar) y así me hice payaso. La verdad es que mi papá es payaso chileno y también se llama Pitillo. Vino al Perú en los sesenta. Se asentó aquí y me dio las pautas para este trabajo.
¿Y el origen del nombre?
Mi papá tocaba una flauta que hizo con un tubo y un corcho, y los músicos creían que era una flauta de verdad. Cuando la vieron bien, le dijeron que era un pito cualquiera... o sea, un pitillo.
Entonces no sufriste al elegir una profesión no tradicional.
Me pasó al revés. De adolescente quería tener un profesión formal y mi papá se decepcionó mucho. Yo trabajaba en publicidad y por esas fechas me enfermé de cáncer (linfoma). Cuando me recuperé tres años después, quise retomar la publicidad pero esta había cambiado y no pude actualizarme. No tuve otra salida que retomar el ser payaso.
¿Qué sucedió luego?
Actuando en una discoteca, me vio un señor que tenía un circo y me invitó a Venezuela. Después, me vieron los hermanos Fuentes Gasca de México y me jalaron para allá. Luego, el señor Tihany me vio, y el resto es historia. La única propaganda de este trabajo es tu propia capacidad y vivir el momento.
Pero el comercial de un banco te hizo famoso en el Perú...
A lo mejor me hice conocido. Pero afuera eres un artista más y tienes 5 minutos para ganarte a la gente.
¿Te molesta que solo se te relacione con el comercial?
No, porque me ayudó a hacerme conocido. Pero el presentarme en el Teatro Mario Vargas Llosa, desde este viernes hasta el domingo 5 de febrero, servirá para ayudar a los niños con cáncer y demostrar que no solo toco el violín.
¿Qué haces cuando te enfrentas a un público duro?
Hay público respetuoso que si no le gusta se queda calladito y te aplaude de compromiso… pero hay público, como el latino, que si no le agradas comienza con las pifias o palabras. En esos casos, uso las pifias como un recurso más del humor. Hay que conocerlos y saber qué les provoca risa.
En Latinoamérica, ¿cuál es el público más agresivo?
Los de Centroamérica o países socialistas como Venezuela. Allí la gente, como está muy reprimida, cuando puede expresar lo que siente te grita.
Los dictadores te deben amar por ser un canal de desfogue del pueblo.
(Risas). Es chistoso cómo en Venezuela el mejor día de función es el domingo a las tres o cuatro de la tarde… y es que a esa hora ponen ‘Aló, presidente’ con Hugo Chávez.
¿Crees que se ha perdido la magia del circo?
Ha cambiado y ojalá que no pase como en Argentina, donde el circo desapareció porque había funciones mediocres. Aquí, al no haber espectáculos locales de calidad, se prestan al oportunismo para que fulanito o zutanito ponga su circo que se arma un mes antes.
Y usan a enanos para los números.
Así como criticaron el uso de animales, hagan los mismo con los enanos, porque es burlarse de la condición humana ajena. A los que producen circos no les importa invertir bien porque saben que en julio igual llenan.
¿El mundo del payaso es competitivo aquí?
Para que haya competencia debe haber circos, sin embargo, lo que sí hay es mucha unión y fraternidad.